sábado, 16 de julio de 2011

El tinto de los perdedores

Y entonces mi querido lector llegue al mismo viejo café con la mesera de la falda corta y la verruga que saluda a los clientes y le dije, ey ! chica he llegado yo, dame lo de siempre, me miro por encima de sus lentes rosados y grandes como montañas y me dijo; un café grande sin azúcar, verdad ?, asentí con la cabeza, seguidos tres minutos me senté con el café en una silla de esas rechinantes de madera corroída por el tiempo y los grandes traseros, saque mi libreta y mi bolígrafo rebotado en tinta y comencé a pensar, me dije a mi mismo debe ser algo con palabras, debe llevar las palabras, palabras, redondee mi idea cerca de cuarenta largos minutos con el café sin probar y dije ya esta, será en algún lugar de las palabras, me levante rápido de la silla esperando ovas y aclamaciones, pero nada, sencillamente nada y me dije a mi mismo, coño siempre pasa lo mismo, tome el café de un sorbo llame esta vez a la estúpida camarera de mala gana y le dije dame otro igual, y ella le dijo a la de atrás de la barra, si, lo mismo, otro tinto para aquel perdedor sin que yo la escuchase, pensé, la verdad me crees tan idiota, saque cuatro dolares del gabán los escupí y los tire en la mesa diciendo ahí tienes desgraciada comprale algo bonito a tus hijos yo me voy con mi idea
llegue a casa prendí el ordenador y escribí el tinto de los perdedores