martes, 2 de agosto de 2011

He podido terminar un poema con el estomago abierto y rugiendo de hambre, en soledad y despierto a las dos y treinta de la madrugada acompañado solo por el sonido del reloj con los ojos y pupilas atestados de lagrimas queriendo salir en forma de catarata y pesados como el cadáver de un hombre suicida con una soga al cuello desgastada y rodeado de moscas, abrazado a una almohada de púas y rogando que mis sombras no despierten con el hedor a café en mi habitación, con mi suéter amarillo manchado de tanto café nocturno, y mi cara teatral dilucidando una mueca de tristeza y en mi pupila el grito de soledad desde el vació,arriba se quejan las nubes y lloran con fuerza con una sed asesina y aquí yo desde una ventana he logrado acabar mi poema.